En su obra, el curador y ensayista García Navarro narra la obsesiva pesquisa de un historiador que, como el autor, es marplatense, y se propone hallar a través de métodos pocos convencionales los lazos ocultos entre esa ciudad balnearia y la capital carioca.
En su flamante libro, «Un reino junto al mar», el curador y ensayista Santiago García Navarro narra la obsesiva pesquisa de un historiador que, como el autor, es oriundo de Mar del Plata, y se propone hallar a través de métodos pocos convencionales los lazos ocultos entre esa ciudad balnearia y Río de Janeiro, los imaginarios alrededor de ambas y sus coincidencias, al punto de sospechar que esa localidad bonaerense fue alguna vez modelo de inspiración para la tierra carioca, y donde jugó un rol clave la bossa nova.
«Sí, Mar del Plata fue modelo de balneario moderno para Río de Janeiro. Creo que el libro lo demuestra, aunque haya quienes puedan sospechar lo contrario», dice a Télam Santiago García Navarro sobre estas dos ciudades que conoce bien y que peregrinan por las casi 500 páginas de este texto (publicado por Ripio), tanto con sus particularidades y diferencias como con sus semejanzas, muchas insospechadas.
«Mar del Plata fue modelo de balneario moderno para Río de Janeiro. Creo que el libro lo demuestra, aunque haya quienes puedan sospechar lo contrario»
De un lado, lobos marinos, alfajores, el mar, el casino, playas populares y postales de colores saturados. Del otro, Copacabana, el carnaval, Cristo Redentor, el cerro Corcovado, las curvas de Niemeyer, las extensas favelas. «La Feliz» es el balneario argentino por excelencia y aunque parezca difícil de creer, fue inspiración, según rastrea el protagonista del libro, Ariel Suez: «MP» -como lo llamará a lo largo de todo el libro- «fue modelo de balneario moderno para Río de Janeiro» -escribe-, una tarea que intenta demostrar a través de pistas que sigue en recortes de diarios y revistas, filmaciones, documentos, fotografías, películas, souvenirs, nombres de edificios, afiches, escudos, documentales y también, por sobre todo, a través de la música.
«Un reino junto al mar» -título inspirado en una frase de Vladimir Nabokov- escapa a las etiquetas y categorías: es un volumen poliédrico y una deriva a través de géneros y formatos que van de la investigación, la crónica, la entrevista, la literatura de viaje, el artículo periodístico y el ensayo sobre las imágenes a la novela epistolar o vía mail. Las huellas de una travesía a través de una playa exótica en el imaginario argentino que se interroga «el Río de Janeiro de nuestras fantasías ¿cómo fue que nació, cuándo y por qué?».
Por supuesto que en este derrotero monumental sobre ciudades paralelas hay elucubraciones e interpretaciones más cerca de la corazonada que de lo académico pero acaso ¿no son muy similares las baldosas de una peatonal marplatense con el calçadão (piso de piedras portuguesas) de Copacabana? Al margen de las múltiples coincidencias que el protagonista irá desenhebrando «Un reino junto al mar» tiene su propia banda de sonido y no es tan solo la bossa nova en sí sino más precisamente es el álbum grabada en vivo por Vinicius de Moraes y Toquinho en los 70 en el bar La Fusa -una leyenda de Playa Grande- Mar del Plata.
«El libro nació como una acumulación de chispazos en el tiempo. En 2009 empiezo una investigación sobre Mar del Plata en invierno, tan contrastante con la capital del verano argentino. Me encuentro con grandes sorpresas a la vez que confirmo intuiciones que tenía desde la infancia. En 2011 me voy a vivir a Río de Janeiro y descubro el punto de vista desde donde darles forma narrativa a todas esas ideas y sensaciones, propias y ajenas: escribir desde el contraste extremo», relata García Navarro (Mar del Plata, 1973), quien estudió Letras en Buenos Aires y Río de Janeiro.
– La narración escapa al imperativo de las etiquetas y se desplaza entre la investigación, la crónica, la literatura de viaje, el ensayo y la novela. ¿Cómo se dio esto en la escritura?
-Al principio mi idea era emprender una investigación colectiva, de la que surgiera un proyecto -todavía no tenía forma de libro-. Esa premisa implicaba diversidad de modos de estructurar lo que se fuera a decir. Cuando la idea del proyecto colectivo cayó la multiplicidad de géneros se mantuvo, porque entendí que servía de sostén a la diversidad de tonos del texto, y en última instancia, favorecía la polifonía del autor único. Y en lugar de pretender que la unidad en que consiste cualquier libro reposara en una sola voz, me pareció que podía reposar en la propia idea de ficción. En el libro alguien habla de «transficción». Fue una intuición repentina, y después me di cuenta de que ese término señalaba que el libro adquiere su unidad gracias a una ficción que atraviesa («trans») cualquier género que se le interponga. Todo lo que se dice está puesto al servicio de la ficción, aunque muchas veces quien lee tenga la impresión de que está frente a cualquier otra cosa. Así, por ejemplo, los ensayos incluidos en el libro no cumplen con su función de demostrar algo, de desplegar una idea, sino que se sorprenden de los caminos que están tomando, y por eso es que derivan hacia otros géneros, como el narrativo. Ese fracaso ocurre porque las hipótesis que se plantean son indemostrables desde los modos de decir del ensayo o de la investigación dura, sea histórica, sociológica, antropológica o de otro tipo.
-El protagonista, el historiador Ariel Suez, está abocado a la investigación sobre las ciudades balnearias Mar del Plata -tu lugar de origen- y Río de Janeiro, donde viviste. ¿Cuánto de vos se infiltró hacia este personaje?
-Hay mucho de mí en Ariel Suez, pero lo que me importa de esa relación es que el personaje me permite volverme extraño a mí mismo y, a la vez, hacer visibles aspectos de mí de los que no tenía conciencia. Es una dimensión terapéutica de la escritura. Todo en el libro apunta a explorar los intersticios, las zonas de contacto y los límites entre lo que entendemos por real, lo que entendemos por imaginario y lo que entendemos por ficción. La relación entre mi biografía, Ariel Suez y lo que el lector imagine forma parte de esa clase de tráficos.
-¿Mar del Plata fue efectivamente modelo de balneario moderno para Río de Janeiro?
-Mar del Plata fue modelo de balneario moderno para Río de Janeiro, sí. Creo que el libro lo demuestra, aunque haya quienes puedan sospechar lo contrario. Lo que está muy bien demostrado en Un reino junto al mar es que la bossa nova fue la banda sonora de Mar del Plata a lo largo de los años 60 por lo menos. El libro además sostiene la hipótesis de que el comienzo y el fin de la bossa nova están ligados a Mar del Plata. Los recitales de Vinicius, Toquinho y Maria Bethânia en el boliche La Fusa en el verano 1970-1971 y el disco que graban en estudio unos años después están vinculados con ese cierre. De lo demás, prefiero dejar que hable el libro. Mi amigo Mario Gemin, artista y diseñador gráfico que aparece ficcionalizado en el libro y que fue mi principal proveedor de imágenes y datos y hasta de alguna idea, me contó -una vez publicado el libro- que a comienzos de los años 70, al cuello redondo se lo llamaba «bossa nova». A diferencia del cuello escote en V, que usaban los empleados del casino y de los negocios -porque la corbata tenía que quedar a la vista-, el cuello bossa nova se usaba fuera del trabajo, quienes no trabajaban, los turistas. El cuello bossa nova, como la bossa nova, era cool y moderno. (Télam)