Una nueva crisis sacude al mundo, a las relaciones y a los comportamientos sociales. ¿Seremos capaces de dar respuesta a eso?
“A pesar de toda la ideología sobre el potencial de las nuevas tecnologías para mejorar la educación, la salud y la cultura, la estrategia prevaleciente apunta hacia el desarrollo de un gigantesco sistema de entretenimiento electrónico…” (M. Castells, pag. 443).
Desde la revolución neolítica hasta nuestros días, el mundo se ha visto sacudido por una serie de transformaciones radicales que dieron paso a nuevas formas de entender y analizar el mundo. Volviendo un poco en el tiempo, las ciencias sociales nacen en un contexto donde era necesario comprender el álgido desorden producido por la doble revolución.
En este aspecto, cabe remarcar que la sociología de ahí en más, se ha hecho presente para indagar en esos comportamientos sociales que iban modificándose cada vez más rápido. Para cada revolución, es necesario entender la teoría de la acción comunitaria que Habermas nos plantea, para cada revolución hay que comprender los distintos lenguajes que cada sociedad y su contexto manejan, para cada revolución hay que entender al hombre; no como un ser aislado, sino como un ser social.
Porque somos seres sociales que nos comunicamos a través de un determinado lenguaje. A su vez, ese lenguaje nos lleva a entender diversas maneras de comunicarnos y es aquí, donde la información cobra mayor relevancia.
Cuando Castells habla sobre la era de la información, se detiene especialmente en la “red de redes”: El internet. Claro está, que las nuevas formas de relacionarnos originan nuevos comportamientos sociales; y esos nuevos comportamientos sociales, son los que sociológicamente deben ser analizados con la metodología propia de la ciencia.
Es así, que “la sociedad red” de la que habla dicho autor, ha llegado para quedarse. Y como toda revolución, origina nuevas clases sociales. Ya no existe un señor feudal y un siervo, un burgués y un proletario; o una clase alta, media y baja. Ahora encontramos al informado, al desinformado y al sobre informado. Estas nuevas formas de entender al mundo actual, hará que entendamos la importancia de aquel que se informa para conocer, y conocer en profundidad, no superficialmente.
De esta manera, arribamos a un 2020 con un mundo global lleno de incógnitas. Una pandemia que ha sacudido nuestro mundo sin conocer fronteras y es la sociología la que debe encargarse de analizar esto.
En primer lugar, la incógnita aparece en cuanto al rol del Estado. Luego de que el COVID-19 surgiera en China y se expandiera a todo el mundo, la duda germinada en aquellos países donde se resalta la vaguedad de que es lo que hay que priorizar, si la salud o la economía, trataremos de dar un breve balance de lo analizado. Considerar que un campo es más importante que el otro nos dará una mirada muy parcial al respecto, y por supuesto, generará cierta incertidumbre con el advenimiento de una nueva crisis económica en aquellos países que no están preparados para sostener semejante parate. De esta forma, la cultura y el Estado se entrelazan en una situación tan particular como inesperada.
¿Cultura nacional o cultura globalizada? ¿Estado presente o Estado ausente?
No solo vemos que la cultura globalizada ha entrado en jaque, sino que la mayoría de los Estados, están optando por una ideología aparentemente contraria. Hablar de Estado ausente o de Estado presente solo son extremos; pensemos en Estados Unidos, pensemos en Argentina. Reflexionemos acerca del Estado y su capacidad de dar respuesta, porque cuando esta cuarentena termine, los perjudicados serán los mismos de siempre; y volveremos a la pregunta que nos hicimos durante todo el Siglo XX: ¿En qué sectores aparece el Estado? ¿Qué cuestiones tiene que abarcar el Estado? ¿Para quienes y en qué medidas o circunstancias?
Y con estas preguntas, aparecerán también otras incógnitas sociológicas que nos permitan acercarnos a una noción aún más amplia: ¿Quién será el país menos perjudicado con la pandemia? ¿Será China el ganador de esta 3°Guerra Mundial como afirmó Evo Morales? Todos estos son interrogantes que nos irán introduciendo en el análisis que debemos dar ante esta situación.
En segundo lugar, la duda resalta sobre la llamada teoría de la dependencia: ¿Sociedad tradicional apoyada en el comportamiento dado por las costumbres? ¿Sociedad moderna apoyada en los comportamientos basados en beneficios? Ninguna de estas, sociedad global. Y cada vez más, apoyada en la red de redes que nos permite interactuar con cualquier persona, en cualquier momento, y en cualquier parte del mundo. En un principio parece contradictorio porque la pandemia ha hecho que cerremos fronteras, pero no perdamos de vista que la apertura que marca la globalización a escala planetaria es totalmente selectiva. En el medio, surge y con cada vez más clamor esa sociedad global que no conoce banderas de países, sino que está conectada por tan solo un tweet, un me gusta en Facebook, una reacción a la historia en Instagram, una clase virtual por Zoom o el trabajo en clase de Classroom. Aunque… No conoce de banderas de países hasta que una pandemia te azota. Y tal vez, esa China exportadora y abierta al mundo económicamente tuvo que cerrar momentáneamente el mercado para proteger a los suyos. Castells nos dice que todo esto es producto de la globalización, un proceso inevitable. Según él, en este mundo no hay nada que no sea manejado por el hombre, pero la globalización arrasó con todo. Y en ese sentido, la define diciendo que es el proceso mediante el cual un sistema tiene la capacidad de formar como unidad en tiempo real a escala planetaria; con una escala tecnológica, institucional (con una apertura selectiva) y organizativa. Esto se mantiene con una estructura de integración y es recién aquí cuando podemos preguntarnos de que tipo de estructura hablamos, porque no olvidemos que las redes conectan y no conectan, y las casualidades en este mundo globalizado no tienen lugar.
Entonces ¿Qué buscará conectar el mundo? ¿Realmente el mundo está globalizado? ¿Estamos en presencia de una globalización ficticia? ¿De qué estructuras globales hablamos? ¿Qué postura están tomando y tomaran en el futuro cercano Estados Unidos y Gran Bretaña?
Y, en tercer lugar, y quizás, la más importante: ¿Estamos preparados como sociedad para estar aislados durante tanto tiempo? ¿Es esto un nuevo paradigma? ¿Estamos en presencia de una revolución?
Hablar de revolución es inoportuno y apresurado porque estamos transitando actualmente la pandemia. Hablar de nuevo paradigma nos dejará algunas líneas interesantes, pero hablar de aislamiento causa miedo, terror. Nunca una sociedad está preparada para una pandemia de estas características, pero sin dudas, muchos de los Estados han hecho agua a la hora de dar respuestas a esta gran problemática. Y han hecho agua porque prefieren mantener estable su economía, y han hecho agua porque han ignorado la importancia de esta pandemia, y han hecho agua porque a muchos les conviene tener menos abuelos ya que son un gasto para el Estado porque no son la población que hace poner en marcha el circuito económico.
Pero lo importante aquí radica en la sociedad, ese es nuestro objeto de estudio. Y esta sociedad global, muy cercana pero muy lejana a la vez, sigue el ritmo de las redes sociales. Pese a esto, claramente no estamos en condiciones de abordar semejante pandemia. Los insumos en salud eran escasos, la continuidad pedagógica se ve condicionada por la poca formación del docente en las TICS, muchos de los supermercados no cuentan con un posnet; por ende, no hay otra opción que seguir abonando en efectivo. Nos dice Castells que estamos transitando el periodo de mayor desigualdad en la historia. Todos estos, son claros indicios de que no íbamos por el camino correcto, y que este cambio rotundo pone en evidencia todas esas fallas del sistema. Entonces ¿El sistema no estaba preparado por que el mundo no llego a tiempo o porque el mundo no quiso llegar a tiempo? ¿Docentes y estudiantes estaban preparados para la era digital?
En paralelo a todas esas fallas, internet se ha convertido en un sistema de entretenimiento familiar: Juegos, redes y hasta capaz de conectarnos mediante videollamadas horas y horas. El realizar videollamadas nos acerca incluso con personas que no veíamos hace mucho tiempo, y que esta situación, lo amerita. ¿Pero estamos cerca o nos sentimos cerca? ¿Será una construcción inconsciente nuestra de querer sociabilizar?
Muchos son los que llevan la cuarentena en calma, pues el tener las redes sociales a mano basta para satisfacer toda necesidad. Muchos son los que no están inmersos en ese mundo. Y muchos son también, los que producto de este aislamiento no tienen otra opción que compartir en familia; relación que se había deteriorado mucho producto de esta red de redes.
Pero sin dudas, de una vez y para siempre nuestro mundo está cambiando. Por eso, los invito a que reflexionemos acerca de un futuro no muy lejano. ¿Se imaginan cómo será el mundo luego de esta pandemia?
Quizás para entrar a la escuela ya no sea el principal requisito tener uniforme, sino usar barbijo. Quizás ya no puedas compartir un mate nunca más con tu familia. Quizás el permiso para salir sea recortado. Quizás ir a trabajar implica sentarte detrás de tu computadora y no moverte de tu casa. Quizás no alcance con llevar la billetera y el celular en el bolsillo, y también tengas que llevar el alcohol en gel. Quizás esas juntadas con amigo sean con un metro de distancia mínima. Y quizás ya no podamos abrazar, darle un beso, acercarnos a las personas que queremos…
Como en aquella revolución industrial, muchas de las personas no estaban preparadas para esas condiciones precarias de trabajo y una vida cotidiana de hacinamiento…
¿Nosotros estamos preparados para todo esto? Durante toda la historia de la humanidad fuimos y somos seres sociales. ¿Lo seguiremos siendo? ¿Es hora de reestablecer nuevas relaciones familiares y sociales? Todos interrogantes que el tiempo responderá, pero que el Estado global y la red de redes controlan, manipulan y marcan el pulso de esta sociedad global desnaturalizada por una pandemia.
Nicolas Mauro es profesor en Ciencias Políticas e integrante de la Juventud del espacio político CREAR Mar del Plata