El terror llega a Mar del Plata «Al morir la matiné»

El uruguayo Maximiliano Contenti es el director de «Al morir la matiné», un logrado filme de terror especialmente apto para adolescentes y jóvenes con pochoclo a mano que participa de la Competencia Latinoamericana del Festival de Mar del Plata y que hasta mañana se puede ver gratis online en la página oficial de la muestra.

«Al morir la matiné» trabaja sobre dos vertientes clásicas del cine de terror, el «giallo» italiano con su apuesta estética y sus ejecuciones estilizadas y el slasher norteamericano donde un killer psicópata asesina adolescentes y riega sangre a su paso.

En este caso, Contenti eligió una tarde lluviosa de Montevideo en 1993 en un gran cine de la avenida 18 de Julio, adonde llegan para la última función del día algunos jóvenes y gente al paso, que se mezclan con la proyectorista y los trabajadores del cinematógrafo, y junto a ellos un psicópata que a lo largo de la proyección de una película -también de terror- irá sembrando la muerte y avivando la llama incandescente del terror y el miedo.

«Quería hacer una película que fuera como un tributo a estas dos formas del cine de terror pero también quería hacer un homenaje a la sala de cine, a la ceremonia de ir a ver cine a una sala, a la oscuridad, al misterio que tienen las proyecciones, que es algo de lo que quizás nos estemos despidiendo», cuenta Contenti sobre el filme que ganó como Mejor Película Iberoamericana en el Festival gallego de cine fantástico de Curtas y que participó del prestigioso Sitges catalán este año.

«La sala de la película es uno de los clásicos cines del centro de Montevideo, un lugar donde pasé horas y horas de mi infancia viendo películas», cuenta sobre «Al morir la matiné», primer filme de aliento comercial que encara.

Télam: La sala de cine, la proyección de la película, la misma película proyectada que juega en espejo con la que se desarrolla, hay ahí algo que va estructurando la narrativa de «Al morir la matiné».

Maximiliano Contenti: Quería hacer una película de género y me interesó bastante esta idea de jugar con el metacine, pero la primera inspiración para hacerla fue la misma sala. Yo estaba allí años atrás filmando una publicidad sobre el Día del Cine Nacional de Uruguay y me pareció que era una locación perfecta para desarrollar una historia, además con otro componente que es que era la sala donde iba de chico y en la que me enamoré del cine.

T: La película tiene esa marca del lugar.

MC: Sí, quería hacer una película bien de género pero también bien uruguaya, que sucediera en Montevideo en una época determinada, que es la de mi infancia, quería que todo ese cuento terrorífico estuviera delimitado por los entornos de mi país, me parecía que ahí había también una cuestión central porque era interesante crear eso y darle las potencialidades propias de un lugar, un idioma, un modo de ser.

T:¿Qué es lo que más te atrae del cine de terror como género cinematográfico?

MC: Creo que es el género más universal, es además uno de los primeros géneros cinematográficos y no tiene fronteras: el miedo, el misterio, el terror a lo desconocido y a la muerte conecta con todo el mundo. Por otra parte creo que el terror y el género fantástico es el lugar donde el cine se pone a prueba como lugar de invención de realidades paralelas, alternativas u ocultas, esa cuestión de la magia, que no es menor en un momento en que estamos tan bombardeados por la industria del entretenimiento con recetas establecidas y reiteradas.

T: También está la cuestión del tiempo narrativo de la película, que está delimitado por el tiempo de proyección de un filme en una sala.

MC: Sí, fue una apuesta, porque al mismo tiempo te limita los tiempos narrativos, no te permite un gran desarrollo de personajes, estás trabajando casi con un tiempo real, que por un lado está buenísimo pero por otro te obliga a tomar determinaciones y dejar cosas afuera.

T: Al principio hablabas del «giallo» y del «slasher» como subgéneros del terror-

MC: Sí, también hay un mínimo subgénero del cine dentro del cine y ahí hay una película que se llama «Demoni», que ocurre también en una sala y me sirvió de inspiración temática. Pero de los italianos me atrae la expansión visual que hacen con el cine de terror, la cuestión poética, los asesinatos estilizados y el trabajo de la banda sonora y quería combinar eso con el «slasher» que propone una cuestión más hiperrealista, con efectos bien logrados y que incorpora también toda la cosa de los adolescentes y los jóvenes.