El Cuarteto de Nos estrena su álbum Lámina Once, y quizás lo primero que nos preguntamos es: ¿por qué ese nombre?
El arte de tapa alude al conocido test de Rorschach que maneja la Psicología para estudiar la personalidad en base a los datos que surgen de lo que una persona ve en una serie de diez láminas. Estas imágenes se caracterizan por ser ambiguas en su significación permitiendo que se proyecte la personalidad del sujeto.
“Lámina once”, o la lámina que no está, pasea por ocho particulares canciones:
“Flan”, “Chivo expiatorio”, “Cinturón gris”, “Fiesta en lo del Dr. Hermes”, “Frankenstein Posmo”, “La Ciudad sin alma”, “Maldito show” y “Rorschach”.
En todas ellas hay un trasfondo común: la manifestación de un malestar con lo que nos toca vivir en las sociedades contemporáneas, las desdichas del momento actual.
El disco plantea un problema filosófico fundamental: ¿cómo llevar adelante una vida examinada?, y es que hay un hilo conductor en las canciones que pone de manifiesto los obstáculos para llevar adelante esa vida. La dificultad para poder ser auténtico, la corrupción o la debilidad ética contemporáneas podrían llegar a confluir en esa pregunta, que tiene un aspecto personal pero también un reverberar de tipo relacional y social. Como siempre lo hace El Cuarteto, el disco propone una visión crítica y la exigencia de un cierto estándar ético en el abordaje de los temas cruciales del hoy. Y nos permite tomar distancia y reflexionar acerca de si no podríamos tener una vida mejor.
No sorprende que el Cuarteto de Nos decida profundizar y reflexionar sobre la actualidad y la vida contemporánea. Temas como el uso de la información, el manejo de la misma, las polarizaciones que genera, el pulso del algoritmo, el tomar partido o decidir no tomarlo, en cómo eso afecta a la trama social, “estar adentro o afuera”. Buscar culpables, señalar distintos, ponernos disfraces, sacar conclusiones express en base a mínimas informaciones, procesar infinidad de situaciones con la liviandad de lo efímero, sabiendo muy poco de todo y mucho de nada.
Lámina Once contó con la producción de Eduardo Cabra (Visitante) y Héctor Castillo, dos amigos de la casa, con quienes la banda ya había trabajado en su antecesor, “JUEVES”. Grabado en pandemia entre Montevideo, Puerto Rico y Nueva York, este es el primer disco que sale por su sello propio PORFIADO RECORDS.
Vale resaltar la excelente estética del disco, realizada artesanalmente, buscando que cada canción tenga su propia imagen relacionada con el test. Donde, como dice en la canción “Rorschach”, “que quieren que le haga, si solo veo manchas”, cada espectador, tendrá la posibilidad de hacer el ejercicio de dejar volar su mente y descubrir qué ve. Realizado por el Estudio Bruster de Uruguay, el arte de Lámina Once, sin duda plasma artísticamente la idea del disco.
Rorschach
El estreno de Lámina once se realiza en simultáneo con el video de la canción “Rorschach”, producido por Oriental Films de Uruguay y dirigido por otro viejo conocido de la banda como Charly Gutiérrez, creador de míticos vídeos de Cuarteto de Nos, como “Ya no sé qué hacer conmigo” o “El Hijo de Hernández”. Inspirado en ciertas escenas de películas que tiene en común recursos de género SCI FI horror, “Rorschach” explora un lenguaje cinematográfico lleno de recursos visuales, una sensación de miedo y fascinación, y una nostalgia hacia lo retro y lo analógico. “Rorschach” es un guiño a los fans de la era dorada del género, un homenaje a películas como The Blob, Altered States, Poltergeist, Firestarted, Hellraiser.
Manchas que toman vida propia, tratamientos psiquiátricos experimentales, poderes sobrenaturales, extrañas piedras verdes que humean en el piso, una TV que no deja de emitir ruido, elementos que desafían la gravedad. Roberto, armado con su lírica, se rebela contra esa imposición que viene de afuera, contra los que lo vigilan, contra los que “creen que su historia es la única verdad”. Seteado en la antigua casa del ex-presidente Juan José de Amézaga, un lugar abandonado, de paredes descascaradas, otrora glorioso y ostentoso, ahora en ruinas, el video tiene un estilo visual explosivo, oscuro y muy cinematográfico. Siempre en movimiento, acompañamos las manchas que despiertan a Roberto en un diván. A partir de ahí, el ritmo es de alto voltaje.