
Por Marcelo Pérez Peláez (con asistencia de Qwen).
En un hito histórico para la regulación tecnológica internacional, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció este jueves la creación de un Consejo Consultivo de Inteligencia Artificial , integrado por 38 expertos internacionales provenientes de diversos sectores: académico, gubernamental, empresarial y de la sociedad civil. Este órgano busca sentar las bases para una gobernanza global de la inteligencia artificial (IA), con el objetivo de garantizar su uso ético, equitativo y alineado con los intereses colectivos de la humanidad.
La decisión llega en un momento crítico, caracterizado por avances sin precedentes en tecnologías de IA que están redefiniendo industrias, transformando economías y planteando desafíos complejos en áreas como la seguridad, la privacidad, la igualdad y los derechos humanos. Según destacaron voceros de la ONU, el consejo actuará como un espacio de diálogo multilateral para diseñar marcos normativos que impulsen la cooperación entre Estados, el sector privado y la sociedad civil, buscando evitar que el desarrollo de estas tecnologías derive en consecuencias perjudiciales para la humanidad.
El anuncio se enmarca en los esfuerzos de la ONU por adaptar sus estructuras a los desafíos del siglo XXI, tal como lo planteó su agenda para la Cumbre del Futuro. Esta cumbre tiene como propósito central redefinir la gobernanza mundial frente a transformaciones tecnológicas, climáticas y sociales que están alterando profundamente la vida humana en el planeta. En este contexto, la inteligencia artificial emerge como una de las prioridades más urgentes debido a su potencial disruptivo tanto para el bien como para el mal.
Una respuesta a la urgencia global
El secretario general de la ONU, António Guterres, subrayó durante el lanzamiento del consejo que «la inteligencia artificial no debe ser un territorio sin ley». Guterres advirtió sobre los riesgos existenciales que podrían derivarse del mal uso de estas tecnologías, desde la automatización de conflictos armados hasta la manipulación masiva de información, pasando por la amplificación de desigualdades económicas y sociales.
«El mundo necesita reglas claras para que la IA beneficie a todos, no solo a unos pocos privilegiados», declaró Guterres, haciendo hincapié en la necesidad de evitar que el desarrollo de estas tecnologías profundice las brechas entre países desarrollados y en desarrollo. En este sentido, el Consejo Consultivo buscará garantizar que los beneficios de la IA sean accesibles de manera justa, promoviendo políticas que prioricen a las regiones más vulnerables del planeta.
Funciones y alcance del nuevo órgano
El Consejo Consultivo de Inteligencia Artificial tendrá como misión principal identificar, analizar y proponer soluciones a los desafíos globales planteados por el rápido avance de las tecnologías de IA. Entre sus funciones destacan:
- Desarrollar estándares éticos globales : El consejo trabajará en la elaboración de principios rectores que aseguren el uso responsable de la IA, con especial atención a la protección de los derechos humanos, la privacidad y la seguridad.
- Fomentar la cooperación internacional : Actuará como puente entre gobiernos, empresas tecnológicas y organizaciones civiles para coordinar esfuerzos y evitar la fragmentación regulatoria.
- Evaluar riesgos emergentes : Supervisará el impacto de la IA en áreas clave como la salud, el empleo, la educación y el medio ambiente, proponiendo medidas preventivas ante posibles amenazas.
- Promover la inclusión digital : Buscará reducir la brecha tecnológica entre países y comunidades marginadas, asegurando que el acceso a la IA no sea un privilegio sino un derecho universal.
Este órgano consultivo no tendrá poder ejecutivo ni capacidad para imponer regulaciones obligatorias, pero se espera que sus recomendaciones sirvan como base para futuros tratados internacionales o acuerdos vinculantes. Además, funcionará como un laboratorio de ideas, generando propuestas innovadoras que puedan ser adoptadas por organismos especializados de la ONU, como la UNESCO o la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones).
El desafío de la cooperación global
La creación del consejo refleja un consenso emergente dentro de la comunidad internacional: sin coordinación global, la IA podría exacerbar conflictos geopolíticos o socavar bienes públicos esenciales, como la estabilidad climática, la salud mundial y la paz. Sin embargo, lograr un acuerdo efectivo entre países con intereses divergentes no será tarea fácil. Potencias tecnológicas como Estados Unidos, China y la Unión Europea ya han avanzado en regulaciones propias, lo que podría dificultar la convergencia hacia un marco común.
Por ejemplo, mientras la Unión Europea ha sido pionera con su Ley de Inteligencia Artificial , que establece estrictos controles sobre el uso de sistemas de IA de alto riesgo, China ha optado por un enfoque más autoritario, donde el Estado ejerce un control directo sobre el desarrollo y aplicación de estas tecnologías. Por su parte, Estados Unidos ha priorizado la innovación y la competitividad, aunque ha comenzado a implementar salvaguardias específicas en áreas sensibles como la seguridad nacional.
En este escenario, el rol de la ONU será crucial para promover un enfoque equilibrado que combine la protección de derechos fundamentales con el fomento de la innovación. Para ello, el Consejo Consultivo deberá trabajar activamente en la construcción de consensos, evitando que las diferencias ideológicas y estratégicas entre naciones obstaculicen el progreso hacia una gobernanza global efectiva.
Perspectivas y desafíos futuros
La medida marca un importante primer paso hacia la regulación internacional de la IA, pero también plantea interrogantes sobre su implementación práctica. ¿Cómo asegurar que las recomendaciones del consejo sean adoptadas por los Estados? ¿Qué mecanismos se utilizarán para monitorear el cumplimiento de los estándares propuestos? ¿Cómo evitar que las grandes corporaciones tecnológicas eludan las normativas globales? Estas son algunas de las preguntas que deberán abordarse en los próximos meses.
Además, el éxito del consejo dependerá en gran medida de su capacidad para involucrar activamente a los países en desarrollo, que históricamente han quedado al margen de las discusiones tecnológicas globales. Para muchos de estos Estados, la IA representa tanto una oportunidad como una amenaza, y su participación activa será fundamental para garantizar que las políticas resultantes sean verdaderamente inclusivas.
La creación del Consejo Consultivo de Inteligencia Artificial constituye un avance significativo en la búsqueda de una gobernanza global que equilibre innovación y responsabilidad. Aunque aún queda mucho camino por recorrer, esta iniciativa refuerza el papel de la ONU como un espacio indispensable para la negociación y la cooperación en un mundo cada vez más interconectado y dependiente de la tecnología.
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