Don Bernardino, oriundo de la provincia española de León, llegó a la Argentina cuando era muy pequeño, con poco menos de 10 años de edad. El primer almacén que tuvo creció tanto que se convirtió en un comercio afamado del Gran Buenos Aires. Pero su tesón le marcó nuevas rutas y decidió extenderse a Mar del Plata, ciudad que ya frecuentaba como turista. Don Bernardino comentó que la primera propiedad que le ofrecieron estaba ubicada en la avenida Luro esquina Independencia, pero el negocio no se concretó y en su lugar compró el local de Luro 3302, a cien metros del primero.
La inauguración de “La Estrella Argentina” fue un verdadero acontecimiento social y comercial. El público quedó asombrado con la novedad y al principio no entendía bien cómo funcionaba el lugar porque todo el mundo estaba acostumbrado a comprar en los típicos almacenes de barrio. Sin embargo, las amas de casa comenzaron a visitarlo cada vez más seguido, y sus maridos e hijos que casi nunca salían de compras, se entusiasmaron y decidieron acompañarlas, a veces por pura curiosidad, produciendo así una pequeña revolución familiar.
Al principio, “La Estrella Argentina” fue presentado como “grandes almacenes” y no funcionaba con sistema de autoservicio, sino que esta innovación se concretó tiempo después, cuando don Bernardino aplicó una idea que ya llevaba casi veinte años de práctica en los Estados Unidos y recién se conocía en Europa: colocó un gran cartel que hizo escuela y que decía “Sírvase Ud. mismo y pague a la salida”. Así fue como “La Estrella Argentina” dejó de ser “grandes almacenes” para convertirse en el primer supermercado de América del Sur, llegando incluso a tener su propia marca “Auto Servis”, mediante la cual se vendían al menudeo productos como azúcar, aceite, arroz, fideos y muchos más. Esta manera de comprar encantó a grandes y chicos durante más de tres décadas hasta que pasó a formar parte de la cadena de Supermercados Toledo el 1º julio de 1987.
Lino Toledo y Gregoria Giménez de Toledo, junto con sus hijos Antonio y Manuel, llegaron desde España y se afincaron en Mar del Plata a principios de 1950. La ciudad comenzaba a crecer a un ritmo vertiginoso que a ellos no los intimidó. El empuje de Antonio, que entonces tenía 14 años, fue compartido por sus padres y entre todos alquilaron una hectárea de tierra en el barrio Martillo Chico. Allí explotaban una quinta y vendían la producción en una bicicleta de reparto que costó 99 pesos, manejada por el propio Antonio. Pocos años después, como resultado del esfuerzo familiar y el ahorro, los Toledo compraron una carnicería en el corazón del barrio Florencio Sánchez. Y después adquirieron tres más, siempre en la misma zona, convirtiéndose así en prósperos matarifes. El primer eslabón de la cadena nació el 6 de julio de 1966, cuando los Toledo compraron el comercio que funcionaba en la estratégica avenida Colón casi Sarmiento y lo transformaron en un supermercado. Ese mismo año abrieron otros dos locales, en avenida Independencia 3465 y en avenida Independencia 4466. Posteriormente siguieron nuevos locales en varios puntos de la ciudad. Pero esa es otra historia.
Fuentes:
Revista Toledo con Todos.
Lic. Ángel J. Somma, diario La Capital de Mar del Plata, sección Fotos de Familia, imagen nº 7132.
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