Mar del Plata fue mucho más que un destino estival para Jorge Luis Borges; fue su amada musa, su eterna compañera de ensueños y divagaciones filosóficas. La ciudad balnearia ejerció un magnetismo especial sobre el gran escritor desde su infancia.
Corría el verano y la familia Borges emprendía su anual peregrinaje hacia la casona de Playa Grande. Ese casón vetusto, con sus aposentos rebosantes de libros, sería el cuartel de operaciones desde donde el joven Jorge Luis tejería sus primeras fantasías literarias. Sus paredes fueron mudos testigos de apasionadas tertulias donde las ideas afluían con la misma fuerza que las olas rompiendo en la cercana costa.
En sus caminatas solitarias por la rambla Bristol, Borges observaba embelesado la infinita danza del mar. Cada ola que moría en la playa parecía un ciclo perpetuo que encendía su imaginación. La eternidad se hacía tangible en ese vaivén hipnótico.
El puerto y las calles serpenteantes de Mar del Plata eran un laberinto por descifrar. Borges deambulaba en ese cosmos urbano, imaginando nuevos mundos y metáforas en cada recoveco.
Sus paseos también lo llevaban al Teatro Auditorium, magnífica sala de espectáculos donde compartiría sus cavilaciones en célebres conferencias. Aquel escenario parecía unirse a la marea en un mismo murmullo de inspiración.
Poco a poco, los elementos de la ciudad costera fueron plasmándose en su obra: el mar interminable, los callejones tortuosos, la arenosa infinitud. Cada atardecer era un lienzo en movimiento que Borges inmortalizó con su exquisita prosa.
Mar del Plata, 1935. Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges. A la izquierda, Josefina Dorado. Antigua Rambla Bristol. pic.twitter.com/HNdKmBP2zO
— Fotos de Familia MdP (@FotosFamiliaMdP) April 20, 2024
Hoy Mar del Plata rinde tributo a su gran amante con murales, circuitos turísticos y un centro cultural que preservan su legado. Porque aquel idilio platónico entre Borges y la ciudad nunca se extinguió, vive eternamente en las olas que noche tras noche continúan arrullando sus versos inmortales.
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