Por Juliana Santillán, diputada nacional LLA.
El fútbol argentino está atravesando uno de los momentos más críticos de su historia. Bajo la presidencia de Claudio «Chiqui» Tapia y su tesorero, Pablo Toviggino, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se encuentra en una encrucijada que podría cambiar para siempre el destino de nuestro deporte más popular. Lo que está en juego no es solo la estructura organizativa de la AFA, sino el futuro mismo del fútbol argentino. Las decisiones que se tomen en los próximos meses marcarán el rumbo hacia la modernización o hacia el estancamiento en un modelo que ya no responde a las exigencias actuales del siglo XXI.
En el corazón de esta crisis está la decision de Tapia de convocar a elecciones anticipadas, un acto que fue rechazado por la Inspección General de Justicia (IGJ), calificándolo de «irregular e ineficaz». Esta maniobra no solo fue una afrenta directa a la legalidad, sino que pone de manifiesto la debilidad institucional de la AFA. Nos encontramos ante una situación en la que la máxima autoridad del fútbol argentino intenta perpetuarse en el poder a cualquier costo, incluso si eso significa violar las normativas y socavar los principios básicos de transparencia y legitimidad. No podemos permitir que la AFA, una institución que debería ser el faro de nuestro deporte, se convierta en una dictadura donde las leyes se doblan al antojo del poder.
Daniel Vítolo, inspector general de justicia, afirmó que «el proceso de reelección anticipada de Tapia en la AFA se ha dado de forma ilegal y no va a ser convalidado. Cometieron además el delito de desobediencia judicial y actos societarios indebidos.» Aclaró que «las acciones de Tapia lo exponen a graves sanciones que podrían llegar a comprometer su continuidad en el cargo como Presidente de la AFA. Nadie está por encima de la ley, Tapia y el resto de los dirigentes deben respetar la resolución de la IGJ.» Finalmente, advirtió: «Están violando la ley y el estatuto, y además asumen un riesgo: los integrantes del Consejo Directivo y los Asambleístas pueden incurrir en el delito de desobediencia, prescripto en el artículo 239 del Código Penal.» (Fuente: TN)
Este intento de reelección adelantada no solo es un ataque a la institucionalidad, sino que refleja una dirigencia que, en lugar de enfrentar los desafíos actuales, se aferra al poder y a un sistema obsoleto que tiene como resultado una Liga local desprestigiada. Tapia y su gestión parecen estar más preocupados por mantener sus privilegios que por el futuro del fútbol argentino. La AFA no puede seguir siendo una trinchera de intereses personales y maniobras oscuras; necesita abrirse al cambio y enfrentar con valentía las realidades del siglo XXI.
Pero la crisis no termina en los escándalos electorales. El verdadero epicentro del conflicto radica en la negativa de la AFA a aceptar la modernización. Mientras el fútbol mundial se adapta a nuevas formas de gestión y capitalización, como lo son las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), ejemplo de esto es nuestra selección cuyos jugadores provienen en su mayoria de clubes SAD, aquí seguimos atrapados en un modelo que está completamente agotado. La negativa a implementar el Decreto 730/2024, que introduce las SAD como una opción viable para los clubes, es una muestra de esa resistencia absurda al cambio. Este decreto, impulsado por el gobierno de Javier Milei, no busca destruir nuestra identidad futbolística, como algunos quieren hacer creer, sino fortalecerla. Propone un camino hacia la profesionalización, la eficiencia y la transparencia que el fútbol argentino necesita con urgencia.
El temor a las SAD es infundado y refleja una mentalidad retrógrada. Los clubes no están siendo obligados a convertirse en sociedades anónimas, pero sí se les ofrece una opción clara para mejorar sus finanzas, atraer inversiones y mantenerse competitivos a nivel internacional. Equipos como River Plate y Estudiantes de La Plata ya han empezado a explorar alternativas con capital privado, demostrando que la modernización es no solo posible, sino necesaria. ¿Por qué la AFA insiste en condenar al fútbol argentino a la mediocridad y al atraso? No podemos seguir siendo esclavos de un modelo que ya no responde a las demandas del fútbol moderno.
La falta de adaptación está poniendo en peligro no solo la competitividad de nuestros clubes a nivel internacional, sino también la cohesión interna del fútbol argentino. La crisis institucional ha provocado una creciente desconfianza hacia la dirigencia actual, y el riesgo de una fractura en el mundo del fútbol es cada vez más palpable. Mientras Tapia y su equipo se aferran al poder, el resto del mundo avanza. La AFA está quedando cada vez más desfasada en comparación con otras ligas que han abrazado la modernización, atrayendo capitales, mejorando infraestructuras y posicionándose de manera competitiva en el escenario global. Si seguimos este camino de resistencia al cambio, el fútbol argentino quedará rezagado, hundiéndose en la irrelevancia y alejándose de sus días de gloria.
La reciente intervención judicial y la decisión de la IGJ no solo han expuesto las maniobras ilegales de Tapia, sino que también han dejado al descubierto un panorama sombrío: la AFA es una institución que se tambalea bajo el peso de su propia corrupción y resistencia al cambio. ¿Cómo podemos confiar en una dirigencia que ni siquiera respeta las leyes básicas del país? Esta es una oportunidad única para reconfigurar el fútbol argentino, para purgar a aquellos que lo utilizan como un medio para su beneficio personal y devolverle su grandeza.
El fútbol argentino tiene un potencial inmenso, pero ese potencial está siendo desperdiciado por una dirigencia que se niega a evolucionar. La implementación de las SAD, bajo una reglamentación clara y con controles estrictos, podría ser el motor de la revitalización que necesitamos. Los clubes podrían sanear sus finanzas, invertir en infraestructura y volver a ser competitivos a nivel internacional. Pero mientras la AFA siga atrapada en una lógica de clientelismo y privilegios, el fútbol argentino seguirá su inexorable caída.
El destino del fútbol argentino está en nuestras manos. No podemos permitir que esta crisis termine en un ciclo de más corrupción, más ilegalidades y más estancamiento. Es tiempo de tomar decisiones valientes. Es tiempo de enfrentar la realidad: o modernizamos el fútbol argentino y lo preparamos para el futuro, o nos resignamos a verlo decaer, convertido en una sombra de lo que alguna vez fue. El futuro del fútbol argentino depende de que rompamos con las viejas estructuras y abracemos el cambio que, aunque difícil, es inevitable y necesario.
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