
Mar del Plata, 4 de abril de 2023 – En una esquina de la ajetreada Bolívar 3099, un tesoro escondido aguarda a quienes añoran los días de antaño: Maquinas de Oficina Casa Manna, un negocio que desde 1940 resiste el paso del tiempo y se enorgullece de mantener la historia viva.
Casa Manna es más que un simple negocio; es un monumento a la memoria y la perseverancia. Con un lema que capta la esencia de lo que representa: «Desde 1940 y sin ningún cliente… ¿Por qué será? Porque los que entran como clientes salen como amigos.»
Al cruzar el umbral de su puerta, uno se ve envuelto por un aire nostálgico, transportado a una época en la que el sonido de las teclas de las máquinas de escribir llenaba el ambiente y las cartas, notas y libros eran escritos con pasión y esmero.
Hoy en día, Casa Manna ofrece una amplia gama de productos modernos como calculadoras, contadores de billetes y balanzas electrónicas. Sin embargo, su dueño puede evitar recordar con orgullo y nostalgia aquellos años de gloria en los que las máquinas de escribir eran las reinas de su negocio.
Antes de la llegada de las computadoras, la máquina de escribir era el símbolo de la comunicación y la escritura. Era un arte, una herramienta que permitía a los escritores plasmar sus ideas y pensamientos en papel.
Las máquinas de escribir han dejado una huella indeleble en la historia de la humanidad. Antes de que las pantallas y los teclados digitales dominaran el paisaje, estos artefactos mecánicos eran el eje central de la vida profesional y personal de muchas personas.
La máquina de escribir, un dispositivo mecánico, electromecánico o electrónico para imprimir caracteres en papel, transformó la comunicación escrita desde finales del siglo XIX hasta el siglo XX. Si bien no tiene un único inventor, Christopher Sholes, Carlos Glidden y Samuel W. Soulé crearon en 1872 la primera máquina de éxito comercial. La estandarización de su fabricación y uso creó un enorme mercado laboral, aunque su incapacidad para incluir signos diacríticos en mayúsculas y la complejidad de ciertos modelos contribuyeron a su declive. Reemplazadas por procesadores de texto en la década de 1980, las máquinas de escribir ahora se encuentran en museos o en manos de coleccionistas y entusiastas
Casa Manna es un testigo silencioso de la evolución tecnológica y, a pesar de haberse adaptado a los tiempos, se enorgullece de conservar ese pasado mágico y lleno de historias que han pasado por sus manos y las de sus clientes.
Cada máquina de escribir tenía su propia personalidad, su propio sonido y su propio carácter. Era una relación especial entre el escritor y la máquina, una danza de palabras y sentimientos plasmados en tinta sobre papel.
Casa Manna es un recordatorio poético de un tiempo en el que la comunicación era más táctil, personal y profunda. Su resistencia al paso del tiempo es un tributo a la pasión por lo que hacemos y a la importancia de mantener vivas las historias y tradiciones que nos definen.
Así que la próxima vez que pase por Bolívar 3099, no dude en detenerse y saludar a los guardianes de esta cápsula del tiempo. No saldrá como un simple cliente, sino como un amigo que comparte la pasión por un pasado nostálgico y la apreciación por el valor de la historia.
NMDQ – Marcelo Pérez Peláez