La Semana Social de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina 2020 avanzó en su quinta y última jornada el viernes de manera virtual, bajo el lema “El día después: Pensando la reactivación económica” para reflexionar sobre los modos de la economía y el trabajo, el rol del Estado, en una Nación que integre a todos. El encuentro nuevamente fue transmitido por el canal oficial de la Comisión
Inicialmente hizo uso de la palabra Jose Oscari, dirigente de Barrios de Pie, quien reflexionó que la pandemia afectó severamente a los sectores populares, y que les resulta muy difícil imaginar cómo salir solos de esta situación. En esta línea, descató la ayuda recibida en este tiempo desde el Gobierno Nacional con el Ingreso Familiar de Emergencia.
Para pensar en la reactivación económica, sostuvo que era necesaria la reactivación obra pública que genera rápidamente empleo para los sectores populares en las localidades donde se realizan. Del mismo modo, afirmó que la salida de las consecuencias de la pandemia solo podrá lograrse de modo colectivo con todos los sectores que conducen este país.
Sostuvo igualmente que es indispensable que en esa mesa de negociación además del gobierno, los empresarios y los trabajadores sindicalizados, deben estar los trabajadores de la economía popular y social.
Seguidamente hizo uso de la palabra Martín Lousteau, Senador Nacional de la Ciudad de Buenos aires por Juntos por el Cambio. Trazó un panorama crítico respecto a la cantidad de crisis económicas de todo tipo que viene padeciendo sistemáticamente nuestro país: hiperinflación, recesión, default, devaluación, deuda y, a todo esto, ahora se suma la pandemia que, por cierto, deja muchas consecuencias negativas fundamentalmente, aumentando la pobreza y la desigualdad.
Según su criterio, esto ocurre por la falta de un equilibrio social y explicó “para solucionar la crisis macroeconómica tenemos que tener un dólar alto, que aliente la producción y la exportación y un dólar bajo para generar bienestar social. Estos equilibrios se alejan cada vez más. Y los gobiernos han fallado en establecerlo”.
Sostuvo que hasta los años ’60 teníamos el mejor Estado de Latinoamérica en salud pública, infraestructura, niveles de educación y pobreza. Hoy estamos lejos de esa realidad, el Estado no soluciona los problemas. Agregó que el que produce, se encuentra con un Estado muy caro, que le cobra el 58% de lo producido pero que no brinda los servicios que está cobrando. “Esto es algo muy profundo, nuestro Estado funciona mal”.
En otro orden, abordó el tema de la grieta, la que definió como endógena, en la que hay muchos en situación de precariedad y otros tantos que pagan excesivos impuestos. El cuadro nos demuestra, agregó, un rotundo fracaso de toda la clase dirigente, no solo política, y que la pandemia viene ciertamente a agravar.
La pospandemia nos encontrará con un PBI igual al del año 1974 y con ocho veces más pobreza que hace 50 años. Tenemos que ir a un Estado ordenado, sensible, riguroso, sin corrupción y que se compare con otros países en torno a su eficiencia. Esto es hoy más importante que nunca.
Este diagnóstico estructural, según su criterio, nos lleva a pensar, entre todos, un escenario de diálogo y está clarísimo que tenemos que pensar en redistribución para resolver el presente y la capacidad de futuro. Destacando que igualmente es central pensar en un verdadero federalismo que ponga en valor las distintas realidades de todo el país, con una ley de coparticipación acorde.
Concluyó con las cuatro premisas del Papa Francisco: el tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea y el todo es superior a la parte.
A continuación, habló Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrial Argentina, quien abogó por un diálogo integral. “Esta pandemia es terrible y a su vez una oportunidad para trabajar sin preconceptos”.
“No nos salvamos de a uno”. “Es tan compleja la realidad que ni los médicos saben en qué situación estamos, ni está claro cuándo vamos a salir de todo esto”.
Necesitamos, dijo, un plan económico. La UIA no puede hacerlo, debe hacerlo el Gobierno, con suficiente consenso para abandonar definitivamente las prácticas políticas pendulares. Agregó que “como empresarios tenemos mucho para aportar” y se permitió señalar, como un elemento de enorme importancia, la gran diferencia de desarrollo existente entre CABA y el interior del país, lo que debe tender a desaparecer.
Las inversiones que va a tener que hacer el Estado deberá hacerlas pensando en un país mucho más federal que el de hoy, agregó . Para finalizar, sostuvo que “debemos trazar estrategias, que inevitablemente tenemos que hacer en conjunto y superar esta grieta endógena que va en contra del consenso”.
Luego habló María Fernanda Raverta, directora ejecutiva de la ANSES, quien señaló que la pospandemia debe discutirse durante la pandemia y tiene que tener al trabajo como eje y gran ordenador de la vida social. Dijo que cuando asumió el actual presidente así lo manifestó, como también la voluntad de que ese esfuerzo estuviera direccionado a la inclusión social.
“Este nuevo tiempo se detuvo por la pandemia y hubo que construir políticas públicas para enfrentarla”.
Nos mostró la desigualdad, pero también nos puso en un plano de” visibilización de que todos dependemos de todos”. Explicitó que “si vos no te cuidás no cuidás al otro y si no se cuida el otro no te cuida a vos”.
El gobierno ha puesto en vigencia dijo, diversos planes de ayuda, como el de reconocimiento a los trabajadores de salud, a través de un bono; también para los trabajadores desempleados y para los empresarios, con quienes “contribuimos con el aporte de un porcentaje de los salarios”.
Debemos ir a un Estado que oriente inteligentemente a todos los sectores, dando asistencia tanto al trabajo como a la producción, sostuvo. Resaltó la inmensa colaboración que están brindando las entidades intermedias, la Iglesia y distintos sectores sociales, teniendo presente que se ha intervenido en situaciones extremas, donde ni siquiera había agua para lavarse las manos, algo elemental en este tiempo.
Es imposible, agregó, que alguien se salve solo sin una sociedad ni un Estado presentes. Por ello, la solución es colectiva. Auguró que lo que viene es difícil y complejo, tanto los dos millones y medio de personas que reciben la Asignación Universal como los pasivos y la población activa, van a estar más complicados.
Volvió a resaltar la necesidad de que el trabajo adquiera centralidad en la solución del problema. “No es un tiempo para aquellos que no creen en el amor, la solidaridad y en tender puentes de ayuda en la sociedad para lograr un destino común”.
Finalmente, Mons. Jorge Eduardo Scheinig, obispo de Luján e integrante de la CEPAS, agradeció la participación de todos los disertantes a lo largo de estos cinco días. Recordando palabras del papa Francisco cuando sostiene que es necesario preparar el futuro, entendiendo para ello que ahora más que nunca son las comunidades las que deben tener un rol protagónico, especialmente la comunidad política que tiene la responsabilidad de reestructurar el bien común.
Reflexionó sobre el ejercicio del diálogo de esta semana, sosteniendo que tenemos que generar una estructura de diálogo en el que todos podamos trabajar para el bien común.
Publicado por Marcelo Pérez Peláez
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