
Imagen ilustrativa.
El Día del Padre es una celebración que rinde homenaje al amor, sacrificio y entrega de los padres hacia sus hijos. A pesar de ser una tradición ampliamente arraigada en la actualidad, sus orígenes se remontan a una conmovedora historia personal ocurrida a principios del siglo XX en Estados Unidos.
Todo comenzó el 19 de mayo de 1909 en la ciudad de Spokane, estado de Washington. Sonora Smart Dodd, una joven de 27 años, asistió a un sermón en honor al Día de la Madre en la Iglesia Metodista Central. Mientras escuchaba las emotivas palabras del predicador ensalzando el papel de las madres, Sonora no pudo evitar pensar en su propio padre, William Jackson Smart.
William había quedado viudo de manera trágica cuando Sonora tenía apenas 16 años, después de que su esposa, Ellen, muriera en el parto de su sexto hijo. A pesar del devastador golpe que supuso la pérdida de su compañera de vida, este valiente veterano de la Guerra Civil Estadounidense (1861-1865) se hizo cargo en solitario de la crianza de sus seis hijos, asumiendo los roles de padre y madre con un amor inquebrantable.
Sonora siempre estaría eternamente agradecida por el ejemplo de su progenitor, quien con su entrega y sacrificio logró sacar adelante a su familia en los momentos más difíciles. Fue entonces, mientras escuchaba aquel sermón, que tuvo la inspiradora idea de que los padres también merecían un día especial para ser homenajeados, tal como se hacía con las madres.
Impulsada por su profundo amor filial, Sonora se acercó a las autoridades de la Iglesia Metodista Central y propuso que el 5 de junio, fecha de nacimiento de su padre, se dedicara un sermón para honrar a todos los padres. Su propuesta fue aceptada de inmediato, y aunque la fecha se cambió al tercer domingo de junio para facilitar la organización, el 19 de junio de 1910 quedó registrado como el primer Día del Padre en la historia.
Este hito sin precedentes rindió homenaje al sacrificio silencioso de tantos hombres que, como William Smart, han entregado sus vidas por el bienestar de sus hijos, renunciando a sus propios sueños y anhelos para asegurar un futuro mejor para sus familias.
La idea de Sonora Smart Dodd se extendió rápidamente a nivel municipal y estatal en los años posteriores, y finalmente se convirtió en una fiesta nacional en Estados Unidos el 18 de abril de 1972, cuando el presidente Richard Nixon firmó una ley que estableció de manera permanente el tercer domingo de junio como el Día del Padre en todo el país.
En Argentina, la celebración del Día del Padre también tuvo su propia evolución histórica. El 24 de agosto de 1958, se celebró por primera vez en honor al nacimiento de Mercedes Tomasa, hija del Libertador José de San Martín y Remedios de Escalada. Sin embargo, después de la proclama del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson en 1966, se decidió adoptar la fecha del tercer domingo de junio, al igual que en Estados Unidos, para facilitar la conmemoración en todo el continente americano.
En algunos países católicos como España y Bolivia, el Día del Padre se conmemora el 19 de marzo, en honor a San José, quien según la tradición bíblica es el padre terrenal de Jesús y un ejemplo de paternidad amorosa y protectora.
A lo largo de más de un siglo, esta celebración se ha extendido por todo el mundo, convirtiéndose en una tradición que trasciende fronteras y culturas. Un día para agradecer a esos héroes anónimos que, con sus manos callosas y corazones ingentes, han forjado nuestro camino, guiándonos con su sabiduría y protegiéndonos con su inquebrantable amor paternal.
Cada tercer domingo de junio, millones de familias en todo el planeta se reúnen para honrar y celebrar a esos hombres excepcionales que con su entrega y valentía han asumido el sagrado rol de la paternidad. Desde el humilde obrero hasta el ejecutivo más exitoso, todos comparten el mismo orgullo y la misma sonrisa al recibir el cálido abrazo de sus hijos en esta fecha tan especial.
El Día del Padre es una oportunidad para agradecer a quienes nos dieron la vida y nos enseñaron a vivirla con dignidad, respeto y amor. Es un momento para reflexionar sobre los invaluables sacrificios que nuestros padres han hecho por nosotros, renunciando a sus propios sueños y anhelos para asegurar nuestro bienestar y felicidad.
Cada consejo, cada lección de vida, cada abrazo paternal nos recuerda cuánto les debemos a esos hombres que nos guiaron con firmeza y ternura por el camino de la vida. El Día del Padre es una celebración del vínculo eterno que nos une a quienes nos dieron la existencia, un lazo inquebrantable que trasciende el tiempo y las distancias.
NMDQ