«Volvió Gran Hermano (pero no es Cristina)» análisis político de Carlos Fara

La fragmentación interna del Frente de Todos no es política, es conceptual. Los tres principales actos por el 17 de Octubre mostraron que no solo no se ponen de acuerdo para un acto, sino que además tienen agendas bien distintas: un peronismo más clásico sindical, un peronismo de la mano de un actor más nuevo históricamente como son los movimientos sociales, y un peronismo más revolucionario, símil ’70. Ninguno de los tres interpela a la Argentina mayoritaria, sino que son fragmentos de un modelo de país que dejó de ser financiable hace mucho, más allá de lo que se piense sobre la justicia de las respectivas reivindicaciones.

El neo peronismo revolucionario tiene una gran ventaja –Cristina- con todo lo que ello conlleva en cuanto a poder presupuestario, estatal y territorial, siendo el fiel representante de una minoría intensa que debió recurrir una eficiente estrategia electoral para volver al poder, porque “con Cristina sola no se puede”. Ella sigue siendo la accionista más importante de una sociedad en la cual no tiene la mayoría, pero mantiene su poder de veto, no de construcción política amplia.

Casi tres años de gobierno han dejado una huella fuerte en la confederación peronista y en la propia Cristina. La experiencia de los últimos meses ha mostrado su habilidad para jugar en contra de. Guzmán, Kulfas y el propio Alberto han sido sus víctimas. Pero los otros actores son muy críticos de Ella, sus soldados, su estrategia y sus métodos. Se la bancan porque nadie sabe cómo salir de este laberinto, pero al mismo tiempo le hacen sentir que no es la de antes, y quizá ya no lo vuelva a ser, salvo que haga una maravillosa jugada genial, que nuevamente deje a todos con la boca abierta.

Esa jugada genial debería tener varios condimentos: 1) sorprender a los actores por la audacia, quitándoles capacidad de reacción, 2) impactar en medida semejante en la opinión pública, 3) plantear interrogantes entre los factores de poder empresarial y mediático, y 4) contar con algún medio guiño del poder internacional. Reunir todos o al menos varios de esos 4 factores parece poco probable a esta altura, pero nunca se lo debe descartar.

¿Qué podría ser una sorpresa? Listemos locuras, total es gratis:

• Un apoyo rotundo a Massa de un giro al centro, que cambie la expectativa de los mercados, el empresariado y la sociedad;
• Un semi acuerdo público con Macri que podría incluir diversas cuestiones, como por ejemplo, que ninguno de los dos se va a presentar como candidato a presidente y se confirman las PASO, y con la Constitución sobre la mesa como pidió el líder del PRO;
• Un anuncio que Ella se retira de la política el 10 de diciembre de 2023;
• El apoyo a una primaria del Frente de Todos explícitamente y que se presente quién quiera.

Por supuesto que todo parece obra de un paciente psiquiátrico, no de un analista político sensato. Si Ella apuesta a la radicalización, pues no hay sorpresa. Eso marginará por completo al moderado independiente que creyó en la variante Alberto. Entonces será el QEPD del Frente.

Pero la pregunta legítima que cualquier observador avezado se puede hacer es: ¿Ella se va a quedar de brazos cruzados sin patear el tablero, esperando una larga agonía, cuando no una explosión política y social? Cuesta creerlo. Porque además, “los otros también juegan”. En estas últimas horas ya se juntaron los actores de 2 de los 3 principales actos del lunes pasado (CGT mayoritaria y el Movimiento Evita): eso huele a fastidio, a mostrar los dientes y a “ya fue, vamos a discutir de otra manera”. Téngase en cuenta que a medida que va pasando el tiempo, dar vuelta posiciones en contra es más difícil.

Pues en algún momento Cristina va a mover una ficha importante. ¿Pronto? Probablemente no, porque dejaría mucho tiempo para que el resto reaccione. Recordamos una fecha clave: 18 de mayo de 2019, cuando anunció que iba a acompañar a Alberto como vicepresidenta, un mes antes de que se inscribieran candidaturas y 20 días antes de que se registraran frentes. ¿Entonces será muy avanzado el proceso? Lo más probable, si es que se tratase de una mera decisión electoral. Porque si se tratase de una decisión política de alta envergadura, entonces los tiempos pueden ser muy otros.

Mientras Massa debe tomar decisiones redistributivas y paliativas por las presiones internas, con el incremento de tarifas postergado por un mes y una inflación que va a tardar en ceder, se empiezan a clausurar las hipótesis alocadas como se describían más arriba. La pax massista duró dos meses. En los últimos 20 días volvió la rebelión en la granja y eso no es espontáneo. Ya analizamos las opciones del ministro de economía la semana pasada.

Muestras claras de la progresiva desarticulación oficialista son las actitudes del “sálvese quien pueda” (Manzur, Zabaleta) y la confusión estratégica respecto a qué hacer con las PASO. Hace 4 semanas atrás afirmamos en este espacio que iba a ser difícil que se cayeran las primarias, no solo por la cuestión de los votos, sino también porque el kirchnerismo lucía oscilante en su reflexión, además de la oposición del propio presidente. Si no se acelera el tratamiento del diputado rionegrino, en 50 días se terminan las sesiones ordinarias, tratamiento presupuestario de por medio y el Mundial. Si Alberto no quiere, no habrá inclusión en extraordinarias. Y en marzo ya estaremos en otra dimensión. De modo que estamos lo más cercano del jaque mate para la derogación.

Cristina no puede ordenar al Frente de Todos, no puede evitar la fragmentación y el consecuente conflicto creciente, no puede imponer una derogación de las primarias, ni puede salirse del cepo revolucionario de su propia tropa. No es el “Gran Hermano” de otras épocas. En esas condiciones, o la ayuda un actor externo al Frente, o su posibilidad de imponer un gran acuerdo político al servicio de sus preocupaciones tiene cada vez menos probabilidad.

Mientras tanto la vocera del presidente da clases de lo que no debe hacer alguien que ocupe su cargo.

Carlos Fara