Promesas vacías y engaños que comprometen el bienestar de la sociedad. Es fácil en campaña decir cualquier cosa, lo difícil es gobernar bien.
En épocas de campaña electoral, es común observar cómo los políticos recurren a cualquier medio para obtener el poder que tanto anhelan. En su afán de seducir a los votantes, suelen prometer soluciones milagrosas para los problemas que aquejan a la sociedad. Sin embargo, una vez que alcanzan el cargo, muchas de estas promesas se desvanecen en el aire, dejando generalmente a la ciudadanía decepcionada y desprotegida.
La demagogia, esa práctica política de manipular las emociones y necesidades de la gente con discursos grandilocuentes y promesas irrealizables, se convierte en una herramienta eficaz para obtener el respaldo popular. Los políticos apelan a los deseos más profundos de la población, ofreciendo soluciones rápidas y sencillas a problemas complejos, sabiendo que estas promesas no siempre pueden ser cumplidas.
Un ejemplo claro de esta práctica de evidencia en la figura del actual intendente, quien en su etapa como diputado se presentaba como crítico acérrimo del estado de las calles y prometía tomar medidas inmediatas para solucionar los problemas de infraestructura vial. En aquel entonces, denunciaba públicamente el mal estado de las calles y realizaba acciones simbólicas, como un carpool para mostrar a la sociedad la gravedad de la situación.
«Todos los días me encuentro algún vecino que me dice que su calle figura asfaltada y no lo está», comentaba Montenegro en 2019, al tiempo que señalaba que «los productores del cordón frutihortícola también sufren a diario el mal estado de los caminos rurales».
El entonces legislador ratificó la necesidad de implementar un plan integral de asfalto y bacheo, que «en 4 años se arreglen todas las calles de la ciudad».
«Y a partir del aporte de los vecinos en cada encuentro, avanzamos en una idea para poder llevar asfalto y bacheo a todas las calles que lo requieran» y también enfatizó en el aporte de estas mejoras a la seguridad de Mar del Plata y Batán.
«Cuando vos tenés calles asfaltadas, al igual que espacios públicos en condiciones, luminarias, eso impacta directamente en la seguridad, porque podés circular tranquilo, los colectivos o vehículos pueden ingresar a todos los barrios y eso mejora la calidad de vida», expresó en el video de propaganda electoral.
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A casi 4 años de su gestión municipal, poco o casi nada ha cambiado, la realidad actual es preocupante. La ciudad se encuentra sumida en un estado lamentable en cuanto a la infraestructura vial, con baches y pozos que representan un peligro constante para los ciudadanos. Estos problemas no solo afectan a los barrios periféricos, sino también al mismísimo centro de la ciudad, donde paradójicamente el intendente obtuvo su mayor caudal de votos.
Esta situación nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de no ser engañados por las promesas vacías de los políticos en campaña. La sociedad merece una representación política honesta y comprometida, que no utilice la demagogia como estrategia para obtener el poder. Los ciudadanos necesitan líderes que trabajen con responsabilidad y coherencia, cumpliendo con lo prometido y velando por el bienestar de todos.
Es esencial que la sociedad esté alerta y exija a sus representantes políticos transparencia, coherencia y compromiso real con sus promesas. No podemos permitir que se juegue con nuestras necesidades y esperanzas, comprometiendo nuestro presente y futuro.
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