Mar del Plata, una ciudad con una rica historia y un legado arquitectónico fascinante, recuerda con nostalgia la desaparición de un emblemático símbolo: la chimenea de Frápoli. Construida a principios del siglo XX y demolida en la década de 1960, esta estructura se convirtió en un testigo silencioso de la vida y los sueños de su creador, Ernesto Frápoli. En esta nota, exploraremos la historia completa de esta icónica chimenea y su impacto en la identidad marplatense, según recuerda el reconocido historiador Rubén Calomarde.
Según relata el arquitecto Roberto Cova, Ernesto Frápoli, un constructor nacido en Suiza en 1853, llegó a Mar del Plata en sus primeros días de fundación, aunque no se tiene certeza de la fecha exacta de su llegada. Los registros locales confirman su presencia el 12 de enero de 1880, cuando adquirió un terreno en la calle 25 de Mayo, entre Independencia y Catamarca.
Frapoli se casó en 1885 con Francisca Bonnet, hija de Fernando Bonnet y Juana Fabre, propietarios de «La fonda del Huevo», un establecimiento inaugurado en 1859 dentro del saladero que en ese entonces estaba a cargo de Coelho de Meyrelles.
El constructor suizo dejó su huella en Mar del Plata al ser el encargado de levantar el edificio de la escuela N°1, demostrando su habilidad y destreza en el campo de la construcción. En los años siguientes, Frápoli llevó a cabo numerosas obras en la ciudad.
En el año 1900, adquirió los terrenos ubicados en las calles Alvarado, Juan B Justo, Chile y Los Andes, y decidió construir un horno de cerámicos Hoffmann, que en ese momento era considerado lo más avanzado en tecnología. Sin embargo, diversos contratiempos y un mercado local insuficiente para un proyecto de tal envergadura impidieron que el horno llegara a funcionar. Frápoli, quien había invertido todo su capital en este sueño, se vio sumido en la desesperación y tomó la trágica decisión de quitarse la vida.
La chimenea que se erigió junto al horno de cerámicos se convirtió en un símbolo de los sueños frustrados de Frápoli y de su lucha por alcanzar el éxito en Mar del Plata. Durante décadas, esta imponente estructura se alzó como un recordatorio silencioso de su historia y fue testigo de los cambios y desarrollos de la ciudad.
Sin embargo, en abril de 1965, la vieja chimenea de Frápoli fue demolida, marcando el fin de una era y dejando a Mar del Plata sin uno de sus íconos más reconocidos. Aunque su desaparición física fue inevitable, su impacto en la identidad marplatense perdura en la memoria colectiva de sus habitantes.
La historia de la chimenea de Frápoli es un recordatorio de los sueños y sacrificios de aquellos que contribuyeron al desarrollo de Mar del Plata. Ernesto Frápoli, un constructor decidido y visionario, dejó una huella imborrable en la ciudad a través de su trabajo y de los edificios que erigió. La demolición de la chimenea en la década de 1960 marcó el fin de una era, pero su legado sigue vivo en la memoria de los marplatenses, quienes valoran su identidad y reconocen la importancia de preservar su patrimonio histórico. La famosa chimenea de Frápoli, aunque ya no esté físicamente presente, sigue siendo un símbolo perdido pero no olvidado de la identidad marplatense.
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