(Por Nicolás Roggero).- El 25 de noviembre del 2020, en medio de la pandemia de coronavirus y todavía sin vacunas para combatirla, los campeones del mundo Sergio Batista, Héctor Enrique, Julio Olarticoechea y Oscar Garré se enteraron por la televisión de la partida de Diego Maradona y se reencontraron presencialmente en el velatorio del capitán que los había conducido hacia la gloria deportiva.
«La verdad es que fue una tristeza enorme lo de Diego pero hay que recordarlo con amor, el mismo que tuvo cada vez que defendió la camiseta de la Selección en la cancha. Siempre va a estar en el corazón del mundo entero y del pueblo argentino», afirma el «Negro» Enrique en diálogo con Télam.
«No lo podía creer cuando me enteré», confiesa Garré, en la misma línea de sus excompañeros de la «Albiceleste».
El punto de coincidencia radica en la incredulidad de la noticia, como sucedió en la cabeza de la mayoría de los argentinos.
Ese día, apenas pasado el mediodía, los titulares de los medios y el mundo no hablaron de otra cosa: la muerte alcanzó a Maradona después de tantas gambetas. El silencio en la calle fue ensordecedor hasta que los fanáticos coparon lentamente las calles, a pesar de las medidas sanitarias.
La noticia le impactó al «Vasco», que estaba entrenándose en su bicicleta y se enteró por un llamado de su hija. Inmediatamente largó la bici y se fue a caminar dos horas por el campo porque «nunca» se dio cuenta del tiempo pensando en «cada momento vivido» con Maradona entre los entrenamientos, partidos y concentraciones.
«La primera imagen que se me cruzó por la cabeza fue cuando estuve encerrado en la colimba, llegó una carta y me sacaron de Tandil. Esa noche cuando me sumé a la concentración, Diego me clavó el apodo: «Llegó el pelado Curly», por mi aspecto», rememoró con una sonrisa.
«Nosotros concentrábamos juntos y me sacó porque yo roncaba, ja», se excusó entre risas.
También se tocan las aristas cuando lo recuerdan como futbolista: «Siempre fue feliz adentro de una cancha, era su lugar en el mundo», aseguran sin pensarlo.
Como siempre, Enrique, el «más maradoniano de todos» en palabras del mismo astro, lo recuerda con cariño y al mismo tiempo con alegría, más allá de lo «complicado» que le resultó comunicarse en el último tiempo porque desde el entorno le bloqueaban siempre el teléfono.
Al igual que su compañero, el «Negro» volvía de entrenarse y se enteró por un llamado del doctor Lentini aunque se mantuvo incrédulo: «Me llegó su llamada y le dije ‘no, va estar bien’, prendí la televisión y estaba la noticia. No lo podía creer».
El quincho de su casa mantiene imágenes de Maradona por todos lados, ese mismo sitio fue testigo del momento que asumió en soledad: su amigo ya no estaría. Es un templo de culto al futbolista que asistió bajo el sol azteca para que deja en «el camino a tanto inglés», como rezó el relato de Víctor Hugo Morales.
El «Negro» le agradeció «todo lo que hizo» en el velorio porque lo vio descansando «en paz» aunque no puede dejar de pensar en que podría haber sido «distinto todo».
Por su lado, Batista todavía no cae y espera que «se aparezca» en algún momento, al punto que mantiene el tiempo presente en cada mención de Maradona.
«Nos sale a todos los campeones del mundo. Nos van a escuchar a hablar en presente. Cada respuesta mía es así, todos los muchachos lo mencionamos y hasta en diferentes pasajes esperamos que responda en el grupo de WhatsApp o se aparezca. Pensar que no lo tenés cuesta mucho», explicó.
«Un día en mi casa, cuando pasó algo de tiempo de su muerte, a los meses, me largué a llorar solo. Me vio mi señora y se dio cuenta. Me duele, me da bronca y y ya pasó un año de todo esto», reconoció al borde de las lágrimas.
Además, Batista fue parte del partido homenaje del «Pelusa Eterno», en el que estuvieron diversas glorias del fútbol nacional y muchos amigos y excompañeros.
«Se debe haber cagado de risa desde arriba. Muchos ya tenemos las piernas cansadas, estamos un poco grandes pero fue emocionante. Se lo dije a Cristian Malaspina -presidente de Argentinos- que me pareció una maravilla que se le celebre todos los años su vida», destacó.
Batista, de 62 años, no disimuló un segundo su elegancia, como lo hizo durante los siete partidos de México ’86 y en los cuatro de Italia ’90, y se mantuvo impecable con su chomba oscura a lo largo de la conversación con Télam.
«Nos tocó compartir habitación en todo el Mundial de México y nunca me hizo pesar que era Maradona. Se portó siempre como uno más en el grupo y creo que se sintió cómodo en ese rol también. Jamás pidió privilegios, nunca faltó a un entrenamiento y encima se iluminó. Lo acompañamos en su camino a la gloria», relató sobre la gesta en México contra Alemania (3-2) y de la mano del entrenador Carlos Salvador Bilardo.
Cuando se le consultó sobre cómo vivió el llamado «Gol del Siglo» de Maradona a Inglaterra, en el que dejó un sinfín de rivales en el piso y hasta gambeteó al arquero Peter Shilton, y definió bajo el sol, Batista comentó: «Lo insulté, no podía creerlo. Encima Bilardo no nos dejaba ir a festejar el gol con los delanteros para mantener el orden defensivo y en el medio».
«Nunca tomé dimensión, en la cancha estábamos atentos a cada detalle. Para que te des una idea, Bilardo nos tiraba ‘los goles lo ven después, adentro de la cancha estén atentos a sus marcas’. No lo creía igual, no pensaba que un futbolista y en un Mundial, podía hacer eso», valoró.
Los cuatro están a distancia, en cada charla mostraron su cariño por Maradona, y también coincidieron, como casi siempre, en que era «lógico» que se vean tantas manifestaciones de amor porque incluso «como persona fue más grande que como jugador» siempre estando en los momentos difíciles de cada uno.
Télam