La reconocida directora Ana Katz tendrá hoy el último encuentro con el público del Festival Internacional de Cine antes del estreno en salas de “El perro que no calla”, protagonizada por su hermano Daniel Katz y que, con la aparición de la pandemia, vio resignificada su historia.
Una vida, un hecho que la irrumpe y la cambia, que potencia las pequeñas cosas y nos iguala de maneras que antes no comprendíamos. Mucho antes de la pandemia, la directora, actriz y guionista Ana Katz se embarcaba en “El perro que no calla”, su sexto film que ya tuvo derrotero internacional y premios que en estas horas finalizará su primer encuentro frente a frente con público, hoy sábado a las 16:30 en la sala Paseo Aldrey 1, de la mano del 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
En aquel entonces, el hecho que rompía con su vida y la de su hermano, Daniel Katz, fue la muerte de su padre, con tan solo 66 años de edad. Ese disparador, más otros, fueron el germen del film que hoy con los hechos acontecidos desde marzo 2020, se resignifica y potencia ante los espectadores y para los propios protagonistas.
“Este es el primer festival fuera del sillón de casa. Estoy emocionada y alborotada porque estamos por primera vez presencial y este compartir físico de hoy me emociona”, dice la directora de “Sueño Florianopolis”, último film que la había traído hasta la costa bonaerense.
En blanco y negro y durante 73 minutos, nos presenta la historia de Sebastián, un joven de treinta y tantos años, que tiene varios trabajos temporales que van y vienen y lo presionan, y abraza el amor cada vez que encuentra la oportunidad. A través de pequeños hechos puntuales, su transformación se retrata en el contexto de un mundo que también se transforma y coquetea con un posible apocalipsis.
“En su momento el cuentito era más sobre sobrevivir, las pequeñas cosas de la vida y cómo de golpe algo puede cortar con esa rutina y que termina siendo la maravilla de la vida. Pasamos los días esperando un hecho excepcional que nos cambie y por ahí se trate de día a día disfrutar de las pequeñas cosas. Luego cayó la pandemia y el film tomó otra lectura que la hizo crecer: de mudanzas, pérdidas, nuevas relaciones, etc”, analiza el protagonista del film.
“El nudo de la película está en una cuestión personal pero entendés que luego no hay posibilidad de vivir tu vida por fuera de los demás. Hay un rebote fuerte en lo colectivo”, acota Ana, al tiempo que confiesa que “crezco en el diálogo con el otro luego de la película. Luego de ver las producciones en la plataforma no tenés devoluciones, la gente no se junta a hablar de lo que vio. No me parece que la experiencia virtual esté ayudando a que la gente se escuche y se exprese. La peli se expresa y luego viene que nos cuenten qué sintieron”.
“En tiempos difíciles para contar historias, no hay que descansar, seguir insistiendo y mantenerse en movimiento, sino hay una cosa que tiende a achatarse: llegar a tu casa, poner plataformas y series que te hablan todo el tiempo y hasta te indican cuándo llorar, no me llena. Hay que rescatar el cine como la herramienta de poder producir pensamiento y sentimientos sin la necesidad exclusiva del diálogo. Ana vuelve a traer el cine como forma de libertad, pensar de otra forma. No hace falta ponerle palabras a todo, tanta construcción del diálogo. Creo que se está abusando y volver como norma todo digerido y bien masticado es peligroso, porque generás productos encorsetados”, subraya Daniel Katz.
El film cuenta también con los protagónicos de Julieta Zylberberg, Valeria Lois y Carlos Portaluppi, y viene de ganar el premio Big Screen competition en el Festival internacional de Rotterdam (IFFR) y para el Festival de Cine de Sundance.