
Este día conmemoramos el décimo octavo aniversario de un acontecimiento que cambió el rumbo de la integración regional en América Latina. El 5 de noviembre de 2005, los presidentes Néstor Kirchner de Argentina, Lula da Silva de Brasil, Hugo Chávez de Venezuela, Nicanor Duarte Frutos de Paraguay y Tabaré Vázquez de Uruguay se unieron en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata para rechazar rotundamente el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsada por el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
El ALCA, que proponía la creación de una zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego, con la eliminación de barreras arancelarias y la liberalización de servicios, representaba un marco muy favorable para Estados Unidos, pero planteaba preocupaciones sobre la capacidad de los Estados para orientar sus compras públicas y proteger sus industrias nacionales. Además, se temía que el acuerdo fortaleciera el poder de las grandes corporaciones multinacionales, especialmente estadounidenses, y debilitara la capacidad de los Estados para implementar políticas económicas activas que promovieran el desarrollo y la integración social.
La IV Cumbre de las Américas, bajo el lema «Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática», fue el escenario donde se llevó a cabo el histórico rechazo al ALCA. Durante el evento, los representantes de los países del Mercosur y Venezuela dieron un paso fundamental para la consolidación de otros organismos regionales, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En su discurso inaugural, el entonces presidente argentino Néstor Kirchner instó a los líderes presentes a buscar puntos de acuerdo y resolución para construir un sistema que promoviera la igualdad y devolviera la esperanza a la región. Kirchner destacó la importancia de terminar con la pobreza, vencer la indigencia y la exclusión, y promover el crecimiento económico con equidad. Además, cuestionó las políticas de ajuste estructural y endeudamiento externo impuestas por organismos internacionales, señalando que la experiencia regional demostraba la necesidad de que cada país pudiera elegir su propio camino hacia el desarrollo con inclusión social.
El rechazo al ALCA en Mar del Plata tuvo un impacto significativo en la región. No solo se detuvo la conformación de la mayor zona de libre comercio del mundo, sino que también se sentaron las bases para la creación de organismos regionales que promovieran la integración y la cooperación entre los países latinoamericanos.
La Cumbre de los Pueblos, que se llevó a cabo de manera paralela en Mar del Plata, fue un espacio de encuentro de líderes y activistas sociales que respaldaron la posición de los presidentes y expresaron su rechazo al ALCA. Durante este evento, el presidente venezolano Hugo Chávez pronunció una frase contundente que se convirtió en un símbolo de la resistencia: «ALCA, ALCA, al carajo».
A dieciocho años de aquel rechazo histórico, es importante reflexionar sobre los logros y desafíos que ha enfrentado la región en materia de integración y desarrollo. Si bien el camino no ha estado exento de dificultades, el rechazo al ALCA en Mar del Plata marcó un punto de inflexión en la búsqueda de un modelo de desarrollo propio, basado en la soberanía y la equidad. La región ha avanzado en la construcción de espacios de integración regional y en la promoción de políticas que buscan reducir la pobreza y la desigualdad.
A medida que recordamos este hito histórico, es fundamental renovar el compromiso con la integración regional y la búsqueda de un desarrollo sostenible e inclusivo. Los desafíos persisten, pero la experiencia de Mar del Plata nos recuerda que cuando los países latinoamericanos se unen en pos de objetivos comunes, son capaces de construir un futuro mejor para todos sus habitantes.
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